martes, 22 de noviembre de 2005

Dedicado a todos aquellos animales que sufren.

Hoy se cumplen siete años de la desaparicion de mi querido Pitufín.

Pitufín era un periquito de color azul y blanco, por eso, mi hermano y yo le pusimos ese nombre.

Al pobre Pitufín lo teníamos estresado. Mientras mi hermano le echaba limpiacristales para refrescarlo, yo le metía peluches en la jaula para que no se sintiese solo y cantase. Pero él no cantaba. Por lo que me enteré años después, no lo hacía por el estrés, ya que mis vecinos lo escuchaban cantar cuando no había nadie en mi casa.

Un día como hoy, llegué del colegio y, cunado entré, la jaula tenía dos barrotes dados de sí, unos metros más adelante, en el salón, estaba Pitufín tirado en el suelo. Me acerqué asustada y me quedé observándolo.

-Mami, ¿qué le pasa a Pitufín?
-Nada, hija, sólo está durmiendo.
-Angelito, ¿le pongo una manta?

Se acerca mi hermano, lo mueve con el dedo.
-Mamá, ¿Pitufín de qué se ha muerto?

Tuvo un entierro digno.

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Alicia